Uno de mis clientes entró en la oficina de nuestro centro de reparación de automóviles y me mostró un Knucklehead®. Que había sobrevivido a verdaderas torturas. Es mecánico de automóviles y después de hacer algunas reparaciones, olvidó su Knucklehead® en el escape debajo del auto en el que estaba trabajando.

Después de aproximadamente seis meses, su cliente acudió a recibir servicio y allí estaba el Knucklehead®, todavía aferrado al tubo de escape. El propietario del coche vive en un camino de grava y lo conduce todos los días. También neva mucho aquí en Suecia y utilizamos mucha sal en nuestras carreteras, por lo que se abusó mucho de la luz. Pero el Knucklehead®¡Todavía funciona!